Maruja Ruiz ha rechazado la Medalla de Honor de la ciudad de Barcelona. El alcalde de la ciudad se quedó de piedra. Las imágenes han dado la vuelta desde el cabo de Gata hasta Finisterre, desde el cabo de Creus hasta la desembocadura del Guadiana, ese río caprichoso que sube y baja sin la menor consideración.
No ha habido batalla vecinal en Nou Barris sin la presencia activa e inteligente de Maruja. No hubo luchas del movimiento obrero en las que ella no estuviera comprometida. La libertad la trajo Maruja y muchos miles que la acompañamos. La recuerdo emocionado junto a su marido, Fernando Medialdea, dirigente sindical de Motor Ibérica y en tantas batallas democráticas. Maruja de Noubarris, comunista de los sueños emancipatorios.
El gesto se ha producido en el Salón del Consell de Cent del ayuntamiento. Vino a decir –abajo en el enlace verán su testimonio— “no puedo recibir esa medalla que da el gobierno de los recortes”. Ella es el apotegma de Gracián: lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y pequeñita como es: al pot petit hi ha la bona confitura.
Politiquerólogos –que no politólogos-- afirman que ya no hay izquierdas. Anda ya. Maruja es la izquierda que antepone la vanidad de las vanidades de una medallica a sus fuertes concepciones. En fin: Maruja, dame tu retrato. Vean http://www.youtube.com/watch? v=OirM0AEpoy8