Todo el sindicalismo español está en deuda con Alfonso Álvarez Bolado, el teólogo jesuita recientemente fallecido (1). Es verdad que su compromiso directo con el sindicalismo no tuvo la visibilidad de otros compañeros suyos como, por ejemplo, los padres Llanos y Díaz-Alegría. Pero, desde la influencia de su pensamiento, hizo no poco por la confluencia unitaria de dirigentes obreros de Comisiones Obreras, UGT y USO en las luchas antifranquistas.
Álvarez Bolado fue un activista en el diálogo europeo entre marxistas y cristianos con gente de tanto fuste como Karl Rahner, Roger Garaudy, Giulio Girardi, Lombardo Radice, Alfonso Comín, Manolo Azcárate, González Ruiz y otros. Aquello fue una serie de encuentros sin ningún tipo de melindres como revelan las actas de aquellas conversaciones. La apertura y desarrollo del Concilio Vaticano II fue la espoleta de aquel nuevo compromiso.
Recuerdo un aspecto parcial de la influencia de aquellos debates. En 1966 había en Mataró un foro que dirigía el inolvidable Lluís Terricabris, llamado El Cau d´en Punsola. Los sábados por la noche venía un ponente a conferenciar y tras la exposición (siempre en presencia de la «policía secreta») se abría la discusión. Oímos a Manolo Sacristán, conocido como dirigente público del PSUC y reputado teórico marxista; escuchamos al padre Evely; y en cierta ocasión vino a conferenciar el canónigo de Málaga José María González Ruiz que nos puso al tanto de los debates cristiano-marxistas.
Ni qué decir tiene que las actividades del Cau eran una «isla de libertad», que traía de cabeza a la policía, incapaz de distinguir conceptos como salto cualitativo, lucha de contrarios, nacional-catolicismo y demás. Mayoritariamente el público éramos jóvenes sindicalistas (aproximadamente marxistas con algunas dosis de flogisto, unos, y cristianos, otros) y estudiantes universitarios. Aquello fue, entre otras cosas, el germen de la oposición a la dictadura.
La influencia de Álvarez Bolado siempre estuvo presente en aquellas tertulias. Y en las posteriores que vinieron de la mano de Alfonso Carlos Comín, Nepo García-Nieto y del padre González Faus. Pregunto: ¿sería mucho pedir que los sindicalistas de hoy recordarán el compromiso de nuestro Álvarez Bolado? Los dirigentes políticos de la izquierda sabrán lo que tienen que hacer: tomar rabillos de pasas.